Después de fiestas y días libres por exámenes, llegó mi taller, el de cocina en frío y con un plato estrella: El pastel de colacao.
He de reconocer que estoy muy acostumbrada a hacerlo, pero no delante de tanta gente y aleccionándoles al mismo tiempo.
Para empezar, el control de ingredientes y cantidades ya se hizo un poco complicado (cuando adquieres experiencia lo haces un poco a ojo), pero todo se saldó con medidas parciales como "una mano de Iratxe".
La puesta en práctica comenzó también con dificultades: mucha gente hablando y con ganas de pringarse las manos; los ánimos y las ganas se fueron calmando y todas se pusieron manos a la obra siguiendo mis instrucciones.
Tras machacar galletas, mezclar con mantequilla y manosear la mezcla unida a leche y colacao...todas hicieron el pastel a su medida y con múltiples formas deseadas.
Respecto a mis sensaciones como "profesora", un placer poder participar en la enseñanza de algo que controlas, aunque sea un simple pastel que alegre la merienda de un día cualquiera.
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